10.10.12

Periodismo en crisis, sociedad sin criterio

Nostalgia del viejo "El País"
Hoy no puedo evitar hablar del ERE en El País. Es la caída de un mito. Quizás suene a título de película, pero, por desgracia, es algo muy real. La crisis-estafa-engaño ha golpeado con fuerza a muchos sectores de nuestra economía. Y, como es sabido, se ha cebado a fondo con el periodismo. Lo cual, seguramente, no es casual...

Es triste ver que cierran revistas, diarios, semanarios, canales... Es triste ver a tantos compañeros en la calle. Por las historias humanas que hay detrás, por supuesto, pero también por el significado que tiene la caída en picado de la prensa. A menos medios, menos voces. A menos voces, menos pluralidad. A menos pluralidad, más ignorancia... Están intentando convertirnos en una sociedad sin criterio. 

Como escribe hoy mi compañera y amiga Carmen Becerra en su blog (http://literaturaymas.wordpress.com), muchos periodistas de nuestra generación hemos tenido durante años la aspiración de trabajar en plantilla en El País, al que hemos considerado durante mucho tiempo un diario bastante ejemplar, serio, decentemente objetivo y profesional. Yo trabajé para ellos durante algunos años. No en plantilla, y no en su redacción, sino como corresponsal externa (colaboradora). Pero publicaba en sus páginas, firmaba y cobraba por ello. Poco. Hay que decirlo. Pero no escandalosamente poco. Mi relación con el diario era la siguiente: yo buscaba información, temas, noticias en mi comarca (Barcelonès Nord) y los proponía a la Redacción de Barcelona. Si mi coordinador de Redacción se convencía de las noticias que le "vendía", yo conseguía "colar" en las páginas del diario mis artículos. A veces, simples breves de 8 líneas. Otras, artículos a dos columnas. Incluso algún artículo a 5 columnas con foto. Y, maravilla, una contraportada en la edición estatal (o sea, que se publicaba en toda España, no sólo en la edición catalana de El País). Todavía, bastantes años después, conservo los recortes de todas las noticias importantes que publiqué con ellos. Cada vez que aparecía una, era una pequeña victoria personal... Hoy no son más que batallitas de periodista, pero muchos compañeros entenderán que yo lo recuerde con cariño y un poco de melancolía.

Así, pues, el ERE de El País me toca. Porque se resquebraja lo que una vez fue un gran diario. Y porque El País de entonces seguramente no es ya el de hoy. Y lo será todavía menos mañana. Porque sin una plantilla suficiente, no se puede hacer un buen periódico.

Otro día hablo de Ana Pastor y de la gestión de la televisión pública en manos del PP. Hoy no tengo ganas de haceros llorar. Mejor dosifiquemos la ironía.

En este panorama triste de medios de información y pluralidad, al menos tenemos hoy la suerte de contar con Internet. Este medio maravilloso que todavía (quizás no para siempre) nos permite expresarnos libremente, sin pasar por censuras ni editores manos-tijeras. No nos da para comer, pero al menos podemos hacer oír nuestra voz, y que circule. Disfrutémoslo mientras podamos.


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